La repetición, reiteración, el control, dolor, la culpa, son sensaciones y comportamientos que, de alguna manera, prometen ser vehículo para llegar a estados superiores de felicidad y plenitud. Son la promesa de que si controlamos nuestro cuerpo, sucio y animal, tendremos una vida eterna. Desobedecer es condenarnos a un futuro incierto, desprovisto de la certeza de un actuar acorde a lo que se espera. 

El referente de arte religioso más inmediato es el catolicismo. Una religión que, desde la contrarreforma, ha construido su identidad y fuerza a partir de un programa iconográfico en dónde a través de la imagen se fortalecen sus rituales y se expande su influencia. Hubo un tiempo en el cual todo el arte que se producía tenía una naturaleza religiosa o un fin ritual, incluso en culturas dónde no existían palabras para lo que hoy llamamos religión o arte. Con el Barroco se exaltan otros valores como el virtuosismo del artista, el arte empieza a cumplir la función de ser un elemento de resistencia a los órdenes establecidos. Esta liberación no se dio en las representaciones de las vírgenes, santos y crucifixiones -que siguieron siendo asumidas con naturalismo y rigidez- de la misma manera en que se dio en temas seculares, dificultando el diálogo con lo contemporáneo.

A pesar de los regímenes de representación que han moldeado estos temas, lo religioso abarca tanto que, así sea de manera inconsciente, los artistas contemporáneos todavía se refieren a ello. Tratan los rituales, liturgias, catecismos, calendarios, días sagrados, vestimentas, oraciones, himnos, obligaciones, sacramentos, confesiones, votos, peregrinaciones, credos, mandamientos y textos sagrados para, a partir del análisis, formular una postura sobre las estructuras permeadas por su influencia. Este conceptualismo viene de la compulsión por examinar las reglas que nacen del imperativo de observancia y que involucran otras estructuras sociales como lo son la familia, el colegio y la comunidad más extensa. 

Cilicios es una muestra donde se evidencia la forma en la cuál lo católico y sus rituales hacen parte de la concepción de mundo de artistas quienes, si bien no los toman como referencia explícita ni como eje conceptual de su obra, se refieren a ellos y a sus prácticas de forma intuitiva. El arte visto como una forma de controlar el cuerpo a través de la escarificación o la repetición, los símbolos religiosos como referentes de la búsqueda existencial o como excusa para hacer un comentario irónico y enfrentar al espectador con realidades que preferiría no ver, son algunas de las formas en las que las herencias católicas se evidencian en esta exposición.